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miércoles, 4 de mayo de 2016

LA REVOLUCIÓN ESTUDIANTIL



Por Rodolfo Sosa. @rodplant14

Las revoluciones a lo largo de la historia surgen mayoritariamente por un factor común: el hartazgo del pueblo con respecto a los gobernantes. Son claros ejemplos La Revolución Francesa y los movimientos emancipadores en América.

Hoy en nuestro país, las medidas de fuerza ejercidas por los estudiantes, quienes se atrincheraron en sus colegios, exponen el disgusto y la indignación hacia la desvergonzada y corrupta administración de la ministra de educación Marta Lafuente, quien a pesar de la presión de estos, asegura que no está dentro de su agenda renunciar a su cargo.

Motiva ver a estos estudiantes con ánimos de no bajar los brazos hasta conseguir su objetivo, sin miedos a ninguna consecuencia que pueda acarrear esta pulseada contra el Ministerio. Nos demuestran que poco a poco va quedando atrás aquel miedo a manifestarse y reclamar derechos que fue causado por aquel criminal, inhumano y corrupto régimen dictatorial del Gral. Stroessner.

Esta audacia y valentía que demuestran estos jóvenes despiertan la admiración de toda la sociedad, que hasta incluso motivó a un veterano de la Guerra del Chaco a acercarse y brindarles apoyo moral, porque el ex combatiente sabe que, como dice la canción, que La raza paraguaya es vencer o morir y es un valor que desde aquella contienda ya no veía y hoy resucita con los intrépidos estudiantes.

Un aspecto que es bastante decepcionante, es la actitud de la fiscalía y la Policía Nacional, quienes bajo el argumento de “Perturbación de la paz pública” quisieron irrumpir y detener esta manifestación, demostrando con este intento de represión y censura que aún queda, en pequeños rasgos, el virus stronista en un “Estado democrático”. Es deber nuestro defender los derechos constitucionales que estas instituciones públicas poseídas por el demonio de la corrupción buscan obstruir para mantenerse con vida, ya que un pueblo que no reclama sus derechos, que son a la par las obligaciones de los gobernantes, apaña y financia la sinvergüencía y la deshonestidad política.

Insto a que como sociedad consciente y comprometida con el desarrollo, protejamos y apoyemos la educación pública, que sea una causa nacional, porque todos sabemos que el mayor recurso de nuestra República es la juventud, y ya no se puede seguir postergando ni marginando a este segmento poblacional que es mayoría.

También es imperante que en los próximos comicios usemos a la razón por encima de los colores para elegir al candidato que mejor propuesta de educación presente y no al que mejor dinero por nuestra decisión ofrezca. Que todas nuestras acciones tanto cívicas como personales, sean realizadas en miras al beneficio de la educación y la juventud.

Porque como decía Nelson Mandela, el arma más poderosa que puedas usar para cambiar el mundo es la educación.

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