La Isla. Periodismo libre.

Ofrecemos periodismo joven, una nueva visión de los temas actuales y de importancia. La Historia, el Arte y la Cultura son nuestras inspiraciones diarias.

domingo, 4 de marzo de 2018

Mis 12 frascos de Neuril

Por Raúl Coronel. @_raulcoronel


A mis 26 años, un mes antes de que mi hermano mayor contrajera matrimonio, tuve mi primer ataque de pánico. Fue a las 23:00 horas, corrí por toda la casa porque sentía que iba a morir. Trataba de encontrar algo que me aliviara, mi papá y mi hermano me pidieron que me tranquilizara, pero era imposible, la cabeza me daba vueltas, me dolía el pecho, no podía respirar...
Después de 20 minutos llegó una de mis hermanas y me llevaron hasta el centro de salud de la ciudad. Al llegar al lugar, tanto pacientes como el personal de blanco comenzaron a reír de mi estado, ya que pensaban que estaba drogado. Me recostaba en los hombros de mi hermana y sólo lloraba, no sabía qué más hacer... En el nosocomio me indicaron que sufría de un ataque de ansiedad, me dieron una pastilla y me recomendaron ir al psiquiatra. 
Los síntomas siguieron por los siguientes días, pero sólo por las noches, lo que complicaba mucho más la situación.
Fui a clínicos, neurólogos, oculistas y cardiólogos, para intentar descartar alguna enfermedad que me estuviera atacando, pero afortunadamente o para mi infortunio en ese momento, se trataba de un trastorno de pánico. Uno de los médicos, me recetó un medicamento llamado “Neuril”, lo que bajaba ampliamente mi sensación de ansiedad y me hacía descansar rápidamente. Ahí comenzó mi amistad y enemistad con el Clonazepam.
Finalmente, luego de cuatro meses tomé valor y fui al psicólogo. Ahí pude descubrir cuál era una de las razones que me tenían mal: no tuve oportunidad de disfrutar de mi madre y tampoco de llorarla como lo merecía.
Posteriormente fui a un psiquiatra ya que estaba entrando en un cuadro de depresión (claro, no les había mencionado que quedé sin trabajo).
Casi un año estuve así; con el Neuril acompañándome en el bolsillo ante cualquier caso, dejé de salir, dejé se viajar, hasta dejé de compartir con las personas que quería, porque tenía miedo de que el pánico se apoderará de mí y nuevamente me hiciera sufrir como lo hizo antes. Muchos amigos se alejaron, porque creyeron que yo estaba intentando sabotear la amistad, pero jamás se dignaron a preguntarme, cuáles eran mis miedos y tampoco me acompañaron.
Un año más y el Neuril seguía presente, mi médico tratante me decía que estaba bien, que no era dependiente, que mis miedos se irían pronto.
Un año más y seguimos… No sé por cuánto tiempo está relación agobiante se mantendrá, no sé si mi fiel amiga tranquilizadora finalmente se irá de mi vida. Lo que sí sé, es que en este tiempo pude proyectarme y ser yo mismo, crecer y creer en mis capacidades, confiar en los amigos y aferrarme plenamente a mi familia.
Al comenzar el año, un amigo me decía: "Yo sé que este año será grandioso para ti", y yo dentro mío decía, "espero que sí". Porque a pesar de todo, de las enfermedades, de las necesidades monetarias, de no poder terminar la facultad con mis amigos, me quedan los momentos únicos, que el pánico ni el Neuril podrán arrebatarme.
Hoy mi lucha es distinta, mi camino es largo y la meta no importa, porque siempre será mucho más importante ese andar que inicié.



miércoles, 2 de agosto de 2017

Crónica del 1 de agosto, 13 años después de la tragedia

Por Rodolfo Sosa. @rodplant14

El día lucía un poco gris por las nubes que se habían agrupado para dar la sensación de que la naturaleza deseaba que sea un día con lluvia. Sin embargo, minutos antes de que Christian Olmedo, representante y vocero de las Organizaciones de Víctimas del Ycuá Bolaños subiera al escenario montado sobre la avenida Santísima Trinidad, al costado del otrora Supermercado Ycuá Bolaños, el cielo empezó a borrar las nubes negras dejando al astro rey brillar con su radiante intensidad, transformando así el aspecto del día. Una escena que parecía casi realizada por mando divino.

Los automovilistas que se dirigían a sus destinos, al pasar por al lado de las ruinas del Ycuá Bolaños realizaban la señal de la cruz, como una señal de respeto y solidaridad hacia las víctimas que ya comenzaban a ubicarse para escuchar la presentación del Acto de Inicio de Obras del Memorial y Centro Cultural 1A, un espacio que promete ser de reflexión y conmemoración, así como también, según el proyecto, un lugar de fomento a las actividades a culturales como la danza, la música, el teatro.

Con visible emoción, pero con una gran firmeza que se transmitía en su voz, Olmedo se dirigió a las víctimas y familiares presentes expresando que la perseverancia y el trabajo incansable en tributo a los 400 fallecidos aquel trágico 1 de agosto de 2004, presentaba como fruto este Memorial que la Organización de Víctimas había decidido que se realizara, aprobando y modificando los primeros bosquejos de los proyectos presentados previamente.

Con gran convicción mencionó también que la lucha no termina, que en conmemoración de la gente que pereció en el ex supermercado ellos continuarán superando los obstáculos en busca de la justicia.
Hoy día la memoria  de los fallecidos en aquel fatídico día, busca dejar sus huellas en una sociedad en la que el olvido pareciera ser el onceavo mandamiento de Moisés. A mucha gente hoy ya le parece lejano aquel día, tanto que ya no le encuentran el sentido a todas las actividades de los familiares y víctimas del Ycuá Bolaños.

Luego de las palabras de Christian Olmedo, comenzaron los primeros acordes de la guitarra del músico Ricardo Flecha, llamando la atención de todas las personas reunidas para presenciar el acto.
“¿Dónde están? Preguntan los panfletos. ¿Dónde están? Insisten los recuerdos”, recitaba con solemnidad la melodiosa voz del artista, mientras algunas personas ya no podían contener más las lágrimas ante el réquiem a sus seres queridos.

Una señora con los ojos enrojecidos por la tristeza que se materializaba en las lágrimas que caían por sus mejillas, abrazaba a dos niñas que también lloraban a su lado. ¿Habrán perdido un abuelo? ¿Un padre o una madre? ¿Algún hermano mayor? Intentar indagar entre sus pensamientos por respuestas ante mis incógnitas sólo me generó angustia y una tristeza que amenazaba con ser profunda. Quizá porque se generó en mí un cierto sentido de empatía que resultó más fuerte de lo que me animaba incluso a imaginar.

Atrás de ellas un señor, que aparentaba edad sexagenaria, retiraba de su rostro sus lentes para secarlos, mientras la mandíbula le temblaba involuntariamente, producto de la visible tristeza y añoranza que lo asaltaron en ese instante.

Trece años de tanta lucha por la justicia, trece años de soportar el dolor y la ausencia de sus seres queridos. Sin embargo estaban sentados ahí, al lado de las ruinas que les recordaban tantas injusticias. Independientemente a la inherente congoja, se les notaba también en los ojos la esperanza, aquel sentimiento que resultaba ser una verdadera antítesis de lo que uno a simple vista podía ver, ante lo que uno supone que luego de trece años de desidia es natural que se forme, ese sentimiento de frustración.

Con globos verdes, color tradicionalmente atribuido a la esperanza, elevaban sus deseos a lo alto del firmamento paraguayo, con la esperanza quizá, de que lleguen a sus familiares como un saludo, como un abrazo, allá arriba,  donde todo cristiano desea llegar en la posteridad, el Paraíso.

¿Dónde están?, repetía Ricardo Flecha. Están donde ya no podrán morir.











martes, 31 de enero de 2017

De lo impensable a lo grave, a un paso de la dictadura



Por Zadkiel Chamorro. @Zadkielcham

Visitando el Museo de la Memoria, consultando a tus padres o abuelos, o investigando vas a encontrar infinidades de atrocidades donde los derechos, la dignidad y la vida, valían polvo en épocas dictatoriales.
El lunes se publicaron dos casos, que haciendo un análisis de ambas situaciones, da para asustarse y es imposible no hacer un paralelismo con aquel período que está en el anal de la historia paraguaya.
Por una parte un hecho bastante llamativo. Eliminaron una fan page de Facebook, supuestamente, por realizar memes hacia Sol Cartes, hija del presidente de la República.
"Línea 27", que más de un lector se habrá partido de risa o identificado con las publicaciones que suben, siempre realizó este tipo de parodias, ya sea a borrachos, modelos, políticos y hasta al mismo presidente, pero sin duda, la fotografía de Sol Cartes invitó a los internautas despacharse de todo el talento para realizar memes. Coincidentemente, días después, eliminaron el portal por las constantes denuncias contra esa imagen en particular.
Estamos presenciando una situación muy grave en el caso de que estas sospechas sean ciertas. Una censura de hasta lo más cándida, donde las figuras públicas y allegados son blanco perfecto para este tipo de burla, sin siquiera afectar la imagen personal del protagonista, sino más bien de reírse de una situación, en lugar de quebrantarse o sentirse impotente por cada hecho que ocurre en esta administración.
Vamos al ejemplo grave de esta situación, ocurrido entre el domingo y el lunes. Un joven de 16 años, manifestándose frente al domicilio del Fiscal General del Estado, Javier Díaz Verón fue detenido, según él, sin que le hayan notificado la causa de su aprehensión e incluso le denegaron el permiso de hablar con su madre o un abogado.
Lo mandan a la Comisaría 14° donde, como todo retenido, obtienen sus datos personales. Los agentes se dan cuenta que están frente a un menor. Lo interrogan y se lo acusa de haber golpeado a un policía en la cabeza y luego romper la ventanilla de una patrullera.
¿Qué podemos hacer con este muchacho? Lo llevamos a la Agrupación Especializada, recinto de violadores, narcotráficantes, sicarios, integrantes del EPP, entre otros delincuentes considerados de los más peligrosos. El joven estuvo seis horas en el lugar, de 18:00 del domingo, hasta las 00:00 del lunes. Se presume que los agentes sopesaron las presiones que podrían tener ante recluir a un menor manifestante en el lugar, por lo que decidieron volver a trasladarlo nuevamente a la comisaría.
Es más, los intervinientes negaron que el estudiante haya pasado por la Agrupación Especializada e incluso, no reportaron a la desesperada madre del adolecente sobre el paradero de su hijo. Una foto constató que el chico efectivamente estaba en ese lugar.
Finalmente, a las 17:00 del lunes, liberan al joven. 23 horas raptado (esa es la palabra) incomunicado sin siquiera con sus abogados. La Secretaría Nacional de la Niñez y la Adolescencia, la Codeni, la Defensoría del Pueblo, algún representante del Juzgado del Menor, todos estos entes que se supone que deberían brindar asistencia y protección, brillaron por su ausencia.
Tal como me expresé al inicio, es imposible no realizar una comparación con las épocas oscuras del Paraguay que eran realidad hace menos de treinta años atrás. Desde la dictadura de Stroessner, no se dio un caso similar donde toda una estructura estatal se mueve para minimizar, o directamente ocultar, un hecho.
Sumado a los demás hechos preocupantes en menos de un mes como la inserción "popular" de una disposición anticonstitucional que busca la reelección, sus constantes irregularidades de falsificación donde intentaron figurar con 70.000 faltas un proyecto donde las falsificaciones "fueron todos montado por el Tribunal Superior de Justicia", todo esto preocupa de sobremanera, y ese cuco de que la dictadura está acechando persiste en el ambiente de un Paraguay que aún se sana de las cicatrices marcadas a fuego y sangre de las época más negra.



jueves, 29 de septiembre de 2016

Paraguay, ¡cómo nos dueles!

              Paraguay, ¡cómo nos dueles!

               Por Rodolfo Sosa. @rodplant14

    El pueblo paraguayo está doblegado, se retuerce en el suelo por haber recibido un golpe en la zona baja, lagrimea por semejante acto de alevosía y corrupción por parte de sus representantes en el Parlamento. La Cámara de Diputados ha aprobado una ampliación que hará posible el generoso pago de tres aguinaldos para sus funcionarios.

   Este sector de trabajadores venía manifestándose con el objetivo obtener más gratificaciones de las que ya tienen (y que ni siquiera merecen), argumentando que trabajan con eficiencia y que no exigen  ni más ni menos sino lo justo como para igualarse a las demás instituciones públicas, haciendo referencia al Ministerio de Hacienda, Obras Públicas y otros más, que reciben hasta dos aguinaldos extras aparte del de diciembre.

    La rapidez con la que los diputados han aprobado la ampliación realmente es un indicio de que no trabajan influenciados por la realidad y el sentir de un pueblo golpeado por los puños de la corrupción en todos sus derechos indispensables como la salud, que cada día es más semejante a los puestos de salud voluntarios que se ven en los países más pobres de África. La educación, que gracias a la precaria cifra destinada lo único que los estudiantes reciben son tejas que caen del techo, fruto de la inexistente (o malversada) inversión en infraestructura. Y  ni hablar de la calidad de la educación y capacitación para los docentes.

    Esa rapidez para tomar la decisión de despilfarrar dinero público no es proporcional a la capacidad que tienen para rendir cuentas y dar explicaciones argumentadas del por qué de la generosa ampliación, siendo que hay incendios institucionales que deberían ser prioridad en cuanto a inversión en una democracia mínimamente seria.

    Para encender la mecha de la indignación popular, llegan los comentarios ridículos e improvisados del ministro de Hacienda, Santiago Peña, quien alega que “no se debería quitar las gratificaciones porque los funcionarios podrían migrar al sector privado”, dando la pauta del poco o nulo interés de transparentar e incluso reglamentar las políticas de “agasajos al personal” que tienen estos encargados de las instituciones más importantes del Estado. Peña parece no comprender que para los funcionarios públicos la idea de ir al sector privado constituye una pesadilla digna de novelas de terror de Stephen King, puesto que deben enfrentarse a los “monstruos” de la puntualidad, eficiencia y al más temible de todos, el monstruo bicéfalo de la asistencia y el sueldo mínimo.
Y ahora, que ya obtuvieron lo que desearon, ahora que ya una vez más asestaron un golpe a la ingle de Juan Pueblo, los funcionarios suben una foto en donde eufóricos y soberbios levantan los dedos y hacen cánticos ante una nueva victoria de la corrupción. Corrupción que les llena los bolsillos vaciando a los de Juan Pueblo… Pero qué les importa si tienen los bolsillos llenos, porque bolsillito lleno corazón contento, y patriotismo muerto.

    Duele este Paraguay generoso, cuyos políticos no hesitan para jugar a su favor con el dinero público, pero sí vacilan a la hora de aprobar casos como el nombramiento del nuevo Defensor del Pueblo o la designación de un nuevo contralor.

    Cómo duele el Paraguay, que teniendo una historia tan rica y apasionante hoy no puede garantizar la transparencia en el gobierno, no tiene síntomas de mejora y no hay rastros de la democracia participativa que reza nuestra constitución.

    Dueles Paraguay, dueles por tanta desidia, tanto olvido, tanta sinvergüencía. Dueles porque muchos soñamos con una vida digna en ti, con desenvolvernos íntegramente, con justicia y libertad. Pero lamentablemente no trabajamos en el Congreso, donde todo es color de rosa y se aprueban hasta los caprichos de cualquier estilo.

viernes, 23 de septiembre de 2016

LOS COLORES DE MI BANDERA



Por Rodolfo Sosa. @rodplant14

El día 15 de agosto de 1812, la Junta Superior Gubernativa (1811-1813) presidida por Tte. Coronel Fulgencio Yegros  y los vocales Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia, don Fernando de la Mora, el Capitán Pedro Juan Caballero y el presbítero Francisco Xavier Bogarín, habían convenido la constitución estética de la bandera que ha de representar a la República Independiente del Paraguay, una bandera que en la que se vean reflejados todos los derechos que son propios de un país libre y soberano. 
De esta manera decidieron que la bandera posea tres colores: el primero será el rojo haciendo alusión a la justicia, que es para todos los paraguayos sin excepción y garante de la igualdad. El segundo será el blanco, simbolizando a la Paz; aquella que nos permitirá desenvolvernos y trabajar en conjunto para el desarrollo de la patria. Y por último el azul, en representación de la libertad, aquel derecho que es inherente a la vida humana, que no se negocia, que no se renuncia, esa libertad que nos permite expresarnos y ser parte decisiva de la vida de nuestra República.
Consagrada en esos pensamientos liberales se confeccionó la bandera nacional, que fue ratificada por el Segundo Consulado (1841-1844), compuesto por Don Carlos Antonio López y Mariano Roque Alonso. Desde el 25 de noviembre de 1842 flamea en el firmamento la bandera tricolor que usamos hasta nuestros días, porque la Justicia, la Paz y la Libertad debían estar siempre presentes para ser el norte de cada gobierno en la República del Paraguay.
La idea de la bandera para nuestros próceres y héroes nacionales fue que sirva como un espejo que refleje la realidad de nuestro país, que en el extranjero se vea que en el Paraguay esos derechos se cumplen y se respetan y que son parte del día a día de los ciudadanos paraguayos. Sobre todo para que la Independencia Nacional sea reconocida y respetada más allá de las fronteras.
En nuestra época, nos toca mirar alrededor nuestro y reflexionar cómo es la realidad de este país representado por aquella bella y solemne tricolor.
En términos de Justicia, la que hoy aparentemente es manipulable, negociable y parcial no puede ser del color rojo que está en nuestra bandera. Los casos de impunidad  constituyen el combustible del motor corrupto que se instaló en el país. Casos de políticos corruptos que ocupan cargos decisivos de la Nación y que incluso con pruebas que argumentan sus crímenes y fechorías de alguna manera gambetean a nuestras leyes constitucionales para no pagar la condena que les corresponde y así continuar, como si nada hubiera pasado, robando al pueblo paraguayo. Casos como el de la niña Vivian Paredes Zanotti, fallecida en un dudoso procedimiento de la Senad, que hasta hoy le cuesta a la fiscalía determinar qué arma fue la que acabó con su inocente vida. O el caso de Curuguaty, que nunca quedó claro el procedimiento para que la justicia determine la condena de todos los enjuiciados. Definitivamente la “justicia” actual no es la que el rojo de nuestra bandera representa.
En cuanto a la Paz… es imposible sugerir que el Paraguay vive en paz, ante constantes ataques del autodenominado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) quienes despiadadamente asesinan a gente inocente. Las confrontaciones entre carteles de narcotraficantes en las zonas fronterizas nos hacen ver un terreno de guerra hostil y abandonado por el gobierno, un gobierno que no toma medidas para salvaguardar la integridad de las víctimas inocentes de este fuego cruzado. También está la ciudadanía que es azotada por la gran ola de delincuencia, que no refleja la paz sino a los criminales en guerra contra una población trabajadora y sufrida. El blanco de nuestra bandera tampoco hace alusión a la “paz”de nuestra sociedad actual.
En cuanto a la libertad, tampoco podemos decir que tiene un alcance general en nuestro país, dado que personas como Edelio Morínigo, Abraham Fehr y Franz Wiebe se encuentran secuestrados por el grupo criminal EPP y el Estado no está mostrando ningún resultado alentador en su empresa de liberarlos de su cautiverio. También la libertad de expresión está siendo atacada con las censuras y los despidos a periodistas en los medios de comunicación por realizar críticas al gobierno de turno, lo cual representa un golpe bajo a la democracia. Alcibíades González Delvalle en una columna expresó de manera magistral que “las veces que se despide a un periodista por sus opiniones, la libertad se encoje. No hagamos que se encoja tanto que, al final, la perdamos totalmente”. El azul, lamentablemente, tampoco es reflejo de la libertad en nuestro país.
Nuestra bandera tricolor, por culpa de los gobiernos corruptos e inoperantes, ha dejado de ser el espejo que muestra al mundo la realidad de nuestro país, ahora es simplemente el recuerdo de los gobiernos patrióticos y comprometidos que antecedieron a la Guerra de la Triple Alianza y a algunas excepciones del periodo de la posguerra.
Imagino otro aspecto distinto para la bandera que ha de ser el reflejo de nuestro actual país, muy lejos de la tricolor que con tanto patriotismo idealizaron los próceres. Me imagino una bandera totalmente negra, que refleja la falta de transparencia que produce la corrupción, que representa la injusticia, la impunidad, que hace alusión a la ausencia de libertad para los paraguayos, pero por sobre todo que expresa el luto que siente el Paraguay por las últimas muertes de militares en manos del EPP, y de aquella que duele aún más, el deceso de la pequeña Vivian Paredes Zanotti.
La bandera negra del Paraguay es en este instante la que flamea en el Pabellón Nacional. Y con gobiernos como el actual y los anteriores, amenaza con continuar transmitiendo esa oscuridad con la que los vicios políticos y la falta de educación cívica de la sociedad la han teñido. Deseo volver a ver esos tres colores representando a la República del Paraguay, una nación que tiene todos los recursos suficientes como para volver a las antiguas bien andanzas.