Por Rodolfo Sosa. @rodplant14
El día lucía un poco gris por las
nubes que se habían agrupado para dar la sensación de que la naturaleza deseaba
que sea un día con lluvia. Sin embargo, minutos antes de que Christian Olmedo,
representante y vocero de las Organizaciones de Víctimas del Ycuá Bolaños
subiera al escenario montado sobre la avenida Santísima Trinidad, al costado
del otrora Supermercado Ycuá Bolaños, el cielo empezó a borrar las nubes negras
dejando al astro rey brillar con su radiante intensidad, transformando así el
aspecto del día. Una escena que parecía casi realizada por mando divino.
Los automovilistas que se
dirigían a sus destinos, al pasar por al lado de las ruinas del Ycuá Bolaños
realizaban la señal de la cruz, como una señal de respeto y solidaridad hacia
las víctimas que ya comenzaban a ubicarse para escuchar la presentación del
Acto de Inicio de Obras del Memorial y Centro Cultural 1A, un espacio que
promete ser de reflexión y conmemoración, así como también, según el proyecto,
un lugar de fomento a las actividades a culturales como la danza, la música, el
teatro.
Con visible emoción, pero con una
gran firmeza que se transmitía en su voz, Olmedo se dirigió a las víctimas y
familiares presentes expresando que la perseverancia y el trabajo incansable en
tributo a los 400 fallecidos aquel trágico 1 de agosto de 2004, presentaba como
fruto este Memorial que la Organización de Víctimas había decidido que se
realizara, aprobando y modificando los primeros bosquejos de los proyectos
presentados previamente.
Con gran convicción mencionó
también que la lucha no termina, que en conmemoración de la gente que pereció
en el ex supermercado ellos continuarán superando los obstáculos en busca de la
justicia.
Hoy día la memoria de los fallecidos en aquel fatídico día,
busca dejar sus huellas en una sociedad en la que el olvido pareciera ser el
onceavo mandamiento de Moisés. A mucha gente hoy ya le parece lejano aquel día,
tanto que ya no le encuentran el sentido a todas las actividades de los
familiares y víctimas del Ycuá Bolaños.
Luego de las palabras de
Christian Olmedo, comenzaron los primeros acordes de la guitarra del músico
Ricardo Flecha, llamando la atención de todas las personas reunidas para
presenciar el acto.
“¿Dónde están? Preguntan los
panfletos. ¿Dónde están? Insisten los recuerdos”, recitaba con solemnidad la
melodiosa voz del artista, mientras algunas personas ya no podían contener más
las lágrimas ante el réquiem a sus seres queridos.
Una señora con los ojos
enrojecidos por la tristeza que se materializaba en las lágrimas que caían por
sus mejillas, abrazaba a dos niñas que también lloraban a su lado. ¿Habrán
perdido un abuelo? ¿Un padre o una madre? ¿Algún hermano mayor? Intentar
indagar entre sus pensamientos por respuestas ante mis incógnitas sólo me generó
angustia y una tristeza que amenazaba con ser profunda. Quizá porque se generó
en mí un cierto sentido de empatía que resultó más fuerte de lo que me animaba
incluso a imaginar.
Atrás de ellas un señor, que
aparentaba edad sexagenaria, retiraba de su rostro sus lentes para secarlos,
mientras la mandíbula le temblaba involuntariamente, producto de la visible
tristeza y añoranza que lo asaltaron en ese instante.
Trece años de tanta lucha por la
justicia, trece años de soportar el dolor y la ausencia de sus seres queridos.
Sin embargo estaban sentados ahí, al lado de las ruinas que les recordaban
tantas injusticias. Independientemente a la inherente congoja, se les notaba
también en los ojos la esperanza, aquel sentimiento que resultaba ser una
verdadera antítesis de lo que uno a simple vista podía ver, ante lo que uno
supone que luego de trece años de desidia es natural que se forme, ese
sentimiento de frustración.
Con globos verdes, color
tradicionalmente atribuido a la esperanza, elevaban sus deseos a lo alto del
firmamento paraguayo, con la esperanza quizá, de que lleguen a sus familiares
como un saludo, como un abrazo, allá arriba,
donde todo cristiano desea llegar en la posteridad, el Paraíso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario