Por Rodolfo Sosa.
@rodplant14
Un día como hoy pero en el año
1731, era ejecutado en Lima el Dr. José de Antequera y Castro, uno de los
principales exponentes de la Revolución Comunera que tuvo lugar entre los años
1721 y 1735. Este intelectual de origen panameño, había sido designado por la
Real Audiencia de Charcas como Juez Pesquisidor para auditar el gobierno de
Diego de los Reyes Balmaceda, en respuesta a las denuncias por mal gobierno que
el pueblo de la Provincia del Paraguay profería contra él enérgicamente.
Antequera y Castro llega a
Asunción en el año 1721 y ordena la aprehensión de Reyes Balmaceda para su
posterior juicio, en el cual se lo encuentra culpable de no poseer Dispensa de
Naturaleza (Excepción legal que podía ser solicitada cuando se estaba desposado
con una mujer criolla) para ejercer el gobierno, puesto que estaba casado con
la criolla Francisca de González, estando así incompatible con lo estipulado en
las Leyes españolas promulgadas en el año 1680 que exigían que el cargo de
Gobernador no debía ser ejercido por personas afincadas en la provincia o que
habían contraído matrimonio con mujeres naturales del lugar. Luego de este
juicio Reyes Balmaceda fue removido de su puesto pero escapó a Buenos Aires
para evadir las sanciones y Antequera y Castro asumió el gobierno.
El Dr. Antequera y Castro lideró
una cruzada en defensa al ataque del Coronel Baltazar García Ross, designado
por el Virrey José de Armendáriz, Marqués de Castelfuerte, quien deseaba
reponer a Reyes Balmaceda en su antiguo puesto. Ambos frentes desenfundaron sus
espadas a orillas del rio Tebicuary el 25 de agosto de 1724, con una victoria
contundente de los comuneros liderados por Antequera y Castro.
Luego de esta victoria, José de
Antequera y Castro decide viajar a Charcas el 5 de marzo de 1725 para dar
esclarecimientos de sus actuaciones ante la Real Audiencia. Fue apresado junto
a Juan de Mena entre otros y fue remitido a la cárcel de Lima donde sería
ejecutado 6 años después.
José de Antequera y Castro dejó
una huella enorme que seguiría latente casi un siglo después en las revueltas
libertadoras surgidas en la primera década del siglo XIX, a pesar de la
supresión de los comuneros por parte de Bruno Mauricio de Zavala, Gobernador
del Río de la Plata.
En la actualidad, tenemos a
gobernantes que son una imagen simétrica de Diego de los Reyes Balmaceda,
gobernantes que priman sus intereses privados por sobre los comunes, que no
poseen la preparación necesaria para ejercer esos puestos políticos y que
realizan sus actividades contradiciendo lo expresado en nuestras leyes sin el
más mínimo rastro de pudor.
Sería muy útil una revolución
comunera basada en nuestras garantías y facultades constitucionales para
despojar a los viciosos y corruptos del gobierno, y así concertar un nuevo
esquema de gobierno en donde la honestidad y el patriotismo sean premisas.
Es importante que los encargados
actuales de la Contraloría se inspiren en José de Antequera y Castro quien se
unió a la causa comunera porque vivió y murió defendiendo la idea de que el pueblo
tenía derecho a elegir a sus gobernantes si el que gobernaba no lo hacía bien.
En nuestro caso, tenemos derecho de exigir que quienes no ejercen de manera
eficiente y transparente sus cargos sean removidos y enjuiciados si fuese
necesario.
Seamos concientes de la ventaja que
tenemos sobre los comuneros del siglo
XVIII, a diferencia de ellos nosotros no vivimos en un régimen absolutista,
vivimos en una democracia basada en una Constitución consagrada con las mejores
doctrinas del liberalismo, en la cual el poder de decisión y acción es nuestro
y no de un Virrey o de algún otro absolutista o tirano.
No en vano José de Antequera y Castro, el
Juez Pesquisidor, es recordado en la historia paraguaya, ya que en su momento
fue defensor del incipiente patriotismo surgido en los corazones de los
criollos paraguayos y plantándoles la semilla de la emancipación más de 50 años
antes del primer grito de independencia en América realizado en Estados Unidos.
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