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martes, 9 de febrero de 2016

El tridente de los indeseables.

   En estos días sacudieron las redes sociales los “clamores” de los vendedores ambulantes, limpiaparabrisas y cuidacoches, quienes se sienten amenazados tras la decisión del Intendente de Asunción, Mario Ferreiro, de eliminarlos de las calles capitalinas.
Este tridente de “trabajadores urbanos”, ha representado el dolor de cabeza cotidiano de cualquiera que visite Asunción, en especial los cuidacoches y limpiaparabrisas, quienes comparten el primer lugar en el podio de los indeseables.


   Los limpiaparabrisas, quienes amenazaron con crucificarse en caso de que se les prohíba realizar sus “labores “, han sido la piedra en el zapato de los automovilistas desde que empezaron explotar este “rubro”, ya que en la mayoría de las ocasiones reaccionan con violencia cuando un conductor no desea que realicen el trabajo que ofrecen, y no en pocas veces estos limpiaparabrisas llegaron a perpetrar robos e incluso asaltos durante las luces rojas del semáforo, creando así temor en los que transitan en automóviles.

   Los cuidacoches, quienes toman provecho de la latente inseguridad que azota la capital, exigen dinero a cambio de “vigilar” el rodado y protegerlo de los famosos “tortoleros”. Hasta ahora la descripción no suena demasiado indignante que digamos. Pero cuando nos damos cuenta que nos obligan a pagar por estacionar en lugares públicos, nos damos cuenta que es un asalto implícito puesto que se adueñan ilegítimamente de una zona de estacionamiento.

   En el caso de los vendedores ambulantes se da un fenómeno un poco más complicado, dado que existen familias que se ganan el sustento diario gracias a las ventas que realizan en la vía pública y en los transportes metropolitanos. Pero este sector se ve totalmente opacado por el otro segmento integrado por los vendedores/caballos locos que suben a los colectivos en las horas picos para robar a los pasajeros que están anestesiados por el incómodo y saturado viaje en colectivo. Este grupo de malvivientes ha generado el repudio de la sociedad que se traduce en el apoyo a los proyectos que está llevando Mario Ferreiro de prohibir a los vendedores el subir a los colectivos. En respuesta a este proyecto la Asociación de Vendedores Ambulantes exige al Estado una indemnización en caso de que se concretase, lo cual carece de todo sentido, porque sería literalmente financiar la pobreza.

   Estos tres casos son producto, por una parte, de la falta de inversión en educación por parte del Estado, ya que existe una fórmula que dice que Un año de educación de calidad es igual a siete años menos de pobreza, y por otra parte la ausencia de una buena política de combate contra el desempleo, cosa que no resultaría difícil, porque por dar un ejemplo, a los limpiaparabrisas  que planean crucificarse, bien se les puede pagar un sueldo a cambio de limpiar patios baldíos en toda Asunción y así erradicar el Dengue, la Chikungunya y demás. Sería como matar dos pájaros de un solo tiro.

Pero la realidad es que no existe voluntad por parte del Estado ni de ellos por trabajar y salir adelante, construyéndose así un círculo vicioso que amenaza con permanecer como  virus en la sociedad hasta que encontremos la cura definitiva, que en realidad ya la conocemos, y es la Educación y la Transparencia política.

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