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miércoles, 2 de agosto de 2017

Crónica del 1 de agosto, 13 años después de la tragedia

Por Rodolfo Sosa. @rodplant14

El día lucía un poco gris por las nubes que se habían agrupado para dar la sensación de que la naturaleza deseaba que sea un día con lluvia. Sin embargo, minutos antes de que Christian Olmedo, representante y vocero de las Organizaciones de Víctimas del Ycuá Bolaños subiera al escenario montado sobre la avenida Santísima Trinidad, al costado del otrora Supermercado Ycuá Bolaños, el cielo empezó a borrar las nubes negras dejando al astro rey brillar con su radiante intensidad, transformando así el aspecto del día. Una escena que parecía casi realizada por mando divino.

Los automovilistas que se dirigían a sus destinos, al pasar por al lado de las ruinas del Ycuá Bolaños realizaban la señal de la cruz, como una señal de respeto y solidaridad hacia las víctimas que ya comenzaban a ubicarse para escuchar la presentación del Acto de Inicio de Obras del Memorial y Centro Cultural 1A, un espacio que promete ser de reflexión y conmemoración, así como también, según el proyecto, un lugar de fomento a las actividades a culturales como la danza, la música, el teatro.

Con visible emoción, pero con una gran firmeza que se transmitía en su voz, Olmedo se dirigió a las víctimas y familiares presentes expresando que la perseverancia y el trabajo incansable en tributo a los 400 fallecidos aquel trágico 1 de agosto de 2004, presentaba como fruto este Memorial que la Organización de Víctimas había decidido que se realizara, aprobando y modificando los primeros bosquejos de los proyectos presentados previamente.

Con gran convicción mencionó también que la lucha no termina, que en conmemoración de la gente que pereció en el ex supermercado ellos continuarán superando los obstáculos en busca de la justicia.
Hoy día la memoria  de los fallecidos en aquel fatídico día, busca dejar sus huellas en una sociedad en la que el olvido pareciera ser el onceavo mandamiento de Moisés. A mucha gente hoy ya le parece lejano aquel día, tanto que ya no le encuentran el sentido a todas las actividades de los familiares y víctimas del Ycuá Bolaños.

Luego de las palabras de Christian Olmedo, comenzaron los primeros acordes de la guitarra del músico Ricardo Flecha, llamando la atención de todas las personas reunidas para presenciar el acto.
“¿Dónde están? Preguntan los panfletos. ¿Dónde están? Insisten los recuerdos”, recitaba con solemnidad la melodiosa voz del artista, mientras algunas personas ya no podían contener más las lágrimas ante el réquiem a sus seres queridos.

Una señora con los ojos enrojecidos por la tristeza que se materializaba en las lágrimas que caían por sus mejillas, abrazaba a dos niñas que también lloraban a su lado. ¿Habrán perdido un abuelo? ¿Un padre o una madre? ¿Algún hermano mayor? Intentar indagar entre sus pensamientos por respuestas ante mis incógnitas sólo me generó angustia y una tristeza que amenazaba con ser profunda. Quizá porque se generó en mí un cierto sentido de empatía que resultó más fuerte de lo que me animaba incluso a imaginar.

Atrás de ellas un señor, que aparentaba edad sexagenaria, retiraba de su rostro sus lentes para secarlos, mientras la mandíbula le temblaba involuntariamente, producto de la visible tristeza y añoranza que lo asaltaron en ese instante.

Trece años de tanta lucha por la justicia, trece años de soportar el dolor y la ausencia de sus seres queridos. Sin embargo estaban sentados ahí, al lado de las ruinas que les recordaban tantas injusticias. Independientemente a la inherente congoja, se les notaba también en los ojos la esperanza, aquel sentimiento que resultaba ser una verdadera antítesis de lo que uno a simple vista podía ver, ante lo que uno supone que luego de trece años de desidia es natural que se forme, ese sentimiento de frustración.

Con globos verdes, color tradicionalmente atribuido a la esperanza, elevaban sus deseos a lo alto del firmamento paraguayo, con la esperanza quizá, de que lleguen a sus familiares como un saludo, como un abrazo, allá arriba,  donde todo cristiano desea llegar en la posteridad, el Paraíso.

¿Dónde están?, repetía Ricardo Flecha. Están donde ya no podrán morir.











martes, 31 de enero de 2017

De lo impensable a lo grave, a un paso de la dictadura



Por Zadkiel Chamorro. @Zadkielcham

Visitando el Museo de la Memoria, consultando a tus padres o abuelos, o investigando vas a encontrar infinidades de atrocidades donde los derechos, la dignidad y la vida, valían polvo en épocas dictatoriales.
El lunes se publicaron dos casos, que haciendo un análisis de ambas situaciones, da para asustarse y es imposible no hacer un paralelismo con aquel período que está en el anal de la historia paraguaya.
Por una parte un hecho bastante llamativo. Eliminaron una fan page de Facebook, supuestamente, por realizar memes hacia Sol Cartes, hija del presidente de la República.
"Línea 27", que más de un lector se habrá partido de risa o identificado con las publicaciones que suben, siempre realizó este tipo de parodias, ya sea a borrachos, modelos, políticos y hasta al mismo presidente, pero sin duda, la fotografía de Sol Cartes invitó a los internautas despacharse de todo el talento para realizar memes. Coincidentemente, días después, eliminaron el portal por las constantes denuncias contra esa imagen en particular.
Estamos presenciando una situación muy grave en el caso de que estas sospechas sean ciertas. Una censura de hasta lo más cándida, donde las figuras públicas y allegados son blanco perfecto para este tipo de burla, sin siquiera afectar la imagen personal del protagonista, sino más bien de reírse de una situación, en lugar de quebrantarse o sentirse impotente por cada hecho que ocurre en esta administración.
Vamos al ejemplo grave de esta situación, ocurrido entre el domingo y el lunes. Un joven de 16 años, manifestándose frente al domicilio del Fiscal General del Estado, Javier Díaz Verón fue detenido, según él, sin que le hayan notificado la causa de su aprehensión e incluso le denegaron el permiso de hablar con su madre o un abogado.
Lo mandan a la Comisaría 14° donde, como todo retenido, obtienen sus datos personales. Los agentes se dan cuenta que están frente a un menor. Lo interrogan y se lo acusa de haber golpeado a un policía en la cabeza y luego romper la ventanilla de una patrullera.
¿Qué podemos hacer con este muchacho? Lo llevamos a la Agrupación Especializada, recinto de violadores, narcotráficantes, sicarios, integrantes del EPP, entre otros delincuentes considerados de los más peligrosos. El joven estuvo seis horas en el lugar, de 18:00 del domingo, hasta las 00:00 del lunes. Se presume que los agentes sopesaron las presiones que podrían tener ante recluir a un menor manifestante en el lugar, por lo que decidieron volver a trasladarlo nuevamente a la comisaría.
Es más, los intervinientes negaron que el estudiante haya pasado por la Agrupación Especializada e incluso, no reportaron a la desesperada madre del adolecente sobre el paradero de su hijo. Una foto constató que el chico efectivamente estaba en ese lugar.
Finalmente, a las 17:00 del lunes, liberan al joven. 23 horas raptado (esa es la palabra) incomunicado sin siquiera con sus abogados. La Secretaría Nacional de la Niñez y la Adolescencia, la Codeni, la Defensoría del Pueblo, algún representante del Juzgado del Menor, todos estos entes que se supone que deberían brindar asistencia y protección, brillaron por su ausencia.
Tal como me expresé al inicio, es imposible no realizar una comparación con las épocas oscuras del Paraguay que eran realidad hace menos de treinta años atrás. Desde la dictadura de Stroessner, no se dio un caso similar donde toda una estructura estatal se mueve para minimizar, o directamente ocultar, un hecho.
Sumado a los demás hechos preocupantes en menos de un mes como la inserción "popular" de una disposición anticonstitucional que busca la reelección, sus constantes irregularidades de falsificación donde intentaron figurar con 70.000 faltas un proyecto donde las falsificaciones "fueron todos montado por el Tribunal Superior de Justicia", todo esto preocupa de sobremanera, y ese cuco de que la dictadura está acechando persiste en el ambiente de un Paraguay que aún se sana de las cicatrices marcadas a fuego y sangre de las época más negra.