Por Rodolfo Sosa.
@rodplant14
El sábado pasado fuimos testigos
de una trágica noticia: El confuso y cuestionable operativo de la Senad que
tuvo como víctima fatal a una inocente de tan solo tres años.
Ante este lamentable hecho la
ciudadanía no se mostró indiferente y plasmó su indignación en las redes
sociales, solicitando la cabeza del ministro Luis Alberto Rojas y la disolución
de este organismo que preside.
Este trágico suceso ha dejado
expuesta la manera ilegal y negligente en que trabajan los fiscales y los
agentes de esta institución, que a lo largo de su historia nunca pudo realizar
ningún logro significativo en su objetivo de erradicar el narcotráfico. Han
allanado “erróneamente” una propiedad privada sin tener una orden judicial
basada en un hecho delictivo probable.
La Senad el sábado pasado ha
disparado no solo contra la niña sino también contra la ciudadanía, con las
balas que han sido compradas con el dinero de ese pueblo que paga todos los
meses sus impuestos con la intención de que esa inversión les asegure una
existencia segura y erradique a todo factor que amenace su bienestar, llámese
inseguridad, narcotráfico y demás sectores cancerígenos. Pero todo esto resultó
a la inversa, con el dinero público se compran armas y se pagan sicarios
disfrazados de agentes estatales que no acaban con los criminales sino que
asesinan a gente honesta que les da de comer.
Es totalmente contraproducente y
lamentable el accionar de esta institución y cómo una vez más la clase
trabajadora y honesta es la que resulta perjudicada en el fuego cruzado entre
la aparentemente omnipotente mafia y las incompetentes y corruptas fuerzas del
Estado. Y mientras la Senad asesina gente inocente aquí en Central, sus
verdaderos objetivos se encuentran desolando el departamento de Amambay a su
gusto, sin que éstos siquiera les incomoden con su presencia.
Iván Karamázov, célebre personaje
de Fiódor Dostoievski, decía que “Si el sufrimiento de los niños sirve para
completar la suma de los dolores necesarios para la adquisición de la verdad,
afirmo desde este momento que esta verdad no vale tal precio”. En nuestro caso,
nada que haya hecho el gobierno en pos de la justicia vale la pena si hoy
tenemos que lamentar la muerte dolosa de una princesita de tres añitos.
Estamos ante los días más negros
de la historia paraguaya, cuando el Estado ya no puede asegurar el bienestar de
sus ciudadanos ya se encuentra camino a su ruina. Es hora de que los
gobernantes asuman su rol y su compromiso con el país y empiecen a trabajar
para que este tipo de cosas no se vuelvan a repetir y no tengamos que volver a
lamentar más muertes de inocentes.
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