Paraguay, ¡cómo nos dueles!
Por Rodolfo Sosa. @rodplant14
El pueblo paraguayo está doblegado, se retuerce en el suelo por haber recibido un golpe en la zona baja, lagrimea por semejante acto de alevosía y corrupción por parte de sus representantes en el Parlamento. La Cámara de Diputados ha aprobado una ampliación que hará posible el generoso pago de tres aguinaldos para sus funcionarios.
Este sector de trabajadores venía manifestándose con el objetivo obtener más gratificaciones de las que ya tienen (y que ni siquiera merecen), argumentando que trabajan con eficiencia y que no exigen ni más ni menos sino lo justo como para igualarse a las demás instituciones públicas, haciendo referencia al Ministerio de Hacienda, Obras Públicas y otros más, que reciben hasta dos aguinaldos extras aparte del de diciembre.
La rapidez con la que los diputados han aprobado la ampliación realmente es un indicio de que no trabajan influenciados por la realidad y el sentir de un pueblo golpeado por los puños de la corrupción en todos sus derechos indispensables como la salud, que cada día es más semejante a los puestos de salud voluntarios que se ven en los países más pobres de África. La educación, que gracias a la precaria cifra destinada lo único que los estudiantes reciben son tejas que caen del techo, fruto de la inexistente (o malversada) inversión en infraestructura. Y ni hablar de la calidad de la educación y capacitación para los docentes.
Esa rapidez para tomar la decisión de despilfarrar dinero público no es proporcional a la capacidad que tienen para rendir cuentas y dar explicaciones argumentadas del por qué de la generosa ampliación, siendo que hay incendios institucionales que deberían ser prioridad en cuanto a inversión en una democracia mínimamente seria.
Para encender la mecha de la indignación popular, llegan los comentarios ridículos e improvisados del ministro de Hacienda, Santiago Peña, quien alega que “no se debería quitar las gratificaciones porque los funcionarios podrían migrar al sector privado”, dando la pauta del poco o nulo interés de transparentar e incluso reglamentar las políticas de “agasajos al personal” que tienen estos encargados de las instituciones más importantes del Estado. Peña parece no comprender que para los funcionarios públicos la idea de ir al sector privado constituye una pesadilla digna de novelas de terror de Stephen King, puesto que deben enfrentarse a los “monstruos” de la puntualidad, eficiencia y al más temible de todos, el monstruo bicéfalo de la asistencia y el sueldo mínimo.
Y ahora, que ya obtuvieron lo que desearon, ahora que ya una vez más asestaron un golpe a la ingle de Juan Pueblo, los funcionarios suben una foto en donde eufóricos y soberbios levantan los dedos y hacen cánticos ante una nueva victoria de la corrupción. Corrupción que les llena los bolsillos vaciando a los de Juan Pueblo… Pero qué les importa si tienen los bolsillos llenos, porque bolsillito lleno corazón contento, y patriotismo muerto.
Duele este Paraguay generoso, cuyos políticos no hesitan para jugar a su favor con el dinero público, pero sí vacilan a la hora de aprobar casos como el nombramiento del nuevo Defensor del Pueblo o la designación de un nuevo contralor.
Cómo duele el Paraguay, que teniendo una historia tan rica y apasionante hoy no puede garantizar la transparencia en el gobierno, no tiene síntomas de mejora y no hay rastros de la democracia participativa que reza nuestra constitución.
Dueles Paraguay, dueles por tanta desidia, tanto olvido, tanta sinvergüencía. Dueles porque muchos soñamos con una vida digna en ti, con desenvolvernos íntegramente, con justicia y libertad. Pero lamentablemente no trabajamos en el Congreso, donde todo es color de rosa y se aprueban hasta los caprichos de cualquier estilo.